30.4.06

viernes, 30.04.1806 - las cartas de Home Popham

Al día siguiente del arribo a Santa Elena, Home Popham envió dos informes, uno al Almirantazgo y otro al Secretario de Guerra. En ellas Popham justifica su expedición, basándose en el comentado Memorial Popham, ante el cambio en la situación internacional. Argumenta que la posición de Buenos Aires, frente a Ciudad del Cabo, podrá asistir logísticamente a la ex colonia holandesa. Además, augura que, como eran tantas las restricciones puestas al comercio exterior por el gobierno español colonial, el pueblo porteño apoyaría la expedición. En este último punto se basaba en lo deducido de la lectura de una colección de "El Telégrafo Mercantil", periódico de Buenos Aires que el capitán Wayne había traído de su estadía en Buenos Aires y que el capitán Gillespie tradujo. "Por haber vendido su bergantín, ese caballero, en el Cabo, determinó unirse a nuestro destino" lo recuerda Gillespie "Mientras estuvo en Buenos Aires había coleccionado una serie de periódicos semanales salidos de la prensa de un coronel de milicias, cuyos sentimientos liberales y conocimiento comprensivo estaban identificados en cada página, por la ostentación más animada de sentimiento patriótico a causa de los intereses descuidados de su país, y la discusión más informada y tranquila sobre los remedios mejores calculados para fomentarlos"

Las traducciones fueron remitidas a Inglaterra, pero Gillespie lamenta haber perdido un duplicado de esa información, "presa de la plebe cuando mi casa fue saqueada algún tiempo después en Buenos Aires".

29.4.06

jueves, 29.04.1806 - arribo a Santa Elena

Tal como se había decidido, tras la "desaparición" del Ocean, la flota británica rumbo a Buenos Aires llegó a la Isla de Santa Elena, A 1850 km al oeste de Angola, esta pequeña isla pasaría a la historia por ser la morada final de Napoleón Bonaparte. Pero todavía faltan unos cuantos años para eso.

"Doblamos la punta sur de Santa Elena la tarde del 29," recuerda el capitán Alexander Gillespie "cerca de la costa, donde se han colocado letreros muy visibles y en varios idiomas, ordenando que todos los barcos que se aproximen 'manden un bote a tierra'. Entendiendo que la admonición no rezaba con un barco de guerra, la Diadem se dirigía a su fondeadero en la bahía de Saint James, cuando un tiro, precursor de muchos más, le fue enviado un poco al costado, y una segunda bala más seriamente dirigida lo compelió a rendir aquel homenaje del que nadie está exento".

26.4.06

lunes, 26.04.1806 - show the legs

Prometimos, en el post de ayer, develar un "misterio": no sólo iban hombres en la expedición británica hacia Buenos Aires. Como era permitido en el ejército británico, las esposas de los soldados podían acompañar a sus maridos en la batalla. En la flota con proa a Buenos Aires, iban 60 mujeres y 40 niños.

Tenían un privilegio a bordo: no tenían que levantarse con el toque de diana. Eso sí, para asegurar a los guardias que revisaban las camas, que ningún marinero remolón se quedara durmiendo más allá del llamado, las mujeres debían mostrar sus piernas ("show the legs"). Desde entonces, en la Marina británica, perdura ese nombre para el toque de diana.

25.4.06

domingo, 25.04.1806 – las tropas a bordo

La flota que marcha hacia Buenos Aires (incluyendo al Ocean, “oficialmente” desaparecido) estaba compuesta por poco más de mil hombres (1040 anota Carlos Roberts). En Ciudad del Cabo, el general Baird había puesto a disposición de Popham, al Primer Batallón del Regimiento 71 (Highlanders Light Infantry, o Cazadores Escoceses) al mando de Dennis Pack (que se habían lucido en la toma de la colonia holandesa), el Regimiento 20 de Dragones Ligeros, al mando del Capitán Robert Arbuthnot y un destacamento de la Real Artillería, al mando del capitán James Frederick Ogilvie. El comando estaba integrado por Beresford, el mayor de brigada Deane, el cuartelmaestre capitán Patrick, el edecán alférez Gordon, el cirujano Forbes, el intendente Hill y el capitán de ingenieros Kennet.

No todos eran británicos. Siguiendo la costumbre de esos tiempos, tras la rendición de la colonia holandesa de Ciudad del Cabo, mucho de los hombres del ejército holandés se engancharon en el ejército británico. Por eso, entre las tropas que iban a Buenos Aires, se contaban alemanes, boers y hasta artilleros chinos.

Para mañana dejaremos otra revelación: no todos los integrantes de la flota eran hombres.

24.4.06

sábado, 24.04.1806 –sir home riggs popham

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Indisciplinado, altanero, vanidoso, con altos contactos políticos en el partido conservador, sus enemigos le achacaban que estaba más interesado en las presas que pudiera obtener que en los servicios a su país. Home Riggs Popham era ese tipo de militar aventurero que le dio el dominio de los mares a Inglaterra. Nacido en Marruecos, donde su padre era cónsul, no conoció a su madre quien murió en el parto. Alumno de Westminster y de la Universidad de Cambridge, Popham cumplió servicios en Sudáfrica, en el estrecho de Malaca y en Rusia, donde el propio Zar lo condecoró con la Cruz de Malta (la misma que recibió Santiago de Liniers, por la rama francesa). En esos tiempos conoció al marqués de Wellesley, hermano de Wellington, y a Guillermo White (un personaje clave en Buenos Aires) quien supo tener negocios con un tío de Popham, rico comerciante marítimo. Diputado del Parlamento, Popham trabó contacto con el venezolano Miranda y participó en sus planes de emancipación de las colonias españolas en América. Fue hombre de ciencias y diseñó un código de señales que por mucho tiempo fue usado en la marina británica. Especialista en el desembarco de tropas, Popham fue muy apreciado por el duque de York quien lo distinguió cuando dispuso que pintaran su retrato, el que hoy cuelga de la National Gallery en Londres.

22.4.06

jueves, 22.04.1806 – el Ocean desaparece

“..el 22 el Ocean, que tenía a bordo al mayor Tolley con 200 hombres, desapareció durante una noche de fuerte borrasca” escribe el capitán Alexander Gillespie “Éste era un accidente serio, cuando reflexionábamos sobre nuestro número disminuido y la magnitud de la empresa que teníamos por delante”.

De la misma opinión parecía ser Beresford cuando informa a Baird “…lo que constituye una reducción tan considerable de nuestra pequeña fuerza, que juzgué oportuno hacer presente a Sir Home Popham que con el resto sería imprudente, aún después de nuestra llegada a destino, emprender operaciones contra Montevideo y Buenos Aires, y que entonces se presentaría la cuestión de saber si nuestras fuerzas serían inferiores a las dos plazas, si tuviéramos que atacar a ambas”.

Parece que la expedición fracasa antes de empezarla siquiera. “Exactamente de la misma opinión fue Sir Home Popham” atestigua Beresford. Por lo que no deciden alterar el rumbo y seguir hasta la isla de Santa de Elena, “donde tenemos alguna esperanza de que el gobernador nos dará algún refuerzo”.

“El infortunio nos indujo a modificar la ruta para Santa Elena, donde únicamente podía repararse” coincide Gillespie.

Pero antes de que echen de menos la suerte del Ocean y de sus doscientos hombres, hay que advertirles que éste es otro juego de manos del astuto Popham, en connivencia con Beresford. Buscando refuerzos a los mil hombres que habían zarpado de Ciudad del Cabo, arreglaron que el Ocean se separara de la expedición, para incentivar al gobernador de la isla de Santa Elena a darles algunos hombres de más. El teniente Samuel Walters (quien servía en el Raisonable) descubrió la estratagema en sus Memorias: “era cosa planeada que el Ocean se separaría de la flota para ser empleado como argumento”.

Así que no echen de menos al navío perdido ni a sus doscientos hombres, porque volveremos a encontrarlo, dentro de unas semanas, frente al Río de la Plata.

21.4.06

miércoles, 21.04.1806 - el Ocean pierde el contacto

"Ahora lamento tener que informaros que en la mañana del 21 habíase perdido de vista el transporte Ocean, y aún cuando durante todo el día el comodoro hizo todas las diligencias para ubicarlo, nada supimos de él; a causa del estado del tiempo durante la noche, surgieron temores de que estuviese tan desmantelado como para no poder seguir a destino" continúa Beresford con su informe a Baird.

20.4.06

martes, 20.04.1806 – tormenta

“La flota navegó sin novedad hasta el día 20, en cuya noche el tiempo se tornó muy variable y con frecuentes golpes de viento, haciéndose a veces muy violento, seguido luego por la calma”
Reporte del General William Beresford al General Sir David Baird

19.4.06

lunes, 19.04.1806 – Popham al ataque!

Poco después de tomada Ciudad del Cabo, se producen dos combates claves que redefinen el tablero europeo: el triunfo británico en Trafalgar y el éxito de Napoleón en Austerlitz. El resultado: el mar queda para Inglaterra; el continente, para Francia. La coalición contra Napoleón ha quedado disuelta y la seducción de España ya no es necesaria para Inglaterra.

El plan de Popham parece resucitar, como él mismo lo dice: “las causas que habían contribuido a suspender cualquier expedición a la América del Sud como una cuestión de prudencia, y a cambiar mi primitiva misión con la del ataque al Cabo, habían desaparecido repentinamente”.

A fines de marzo de 1806, el barco negrero Elizabeth arriba a Ciudad del Cabo, al mando del capitán Thomas Wayne, con noticias de Buenos Aires (posiblemente enviado por Guillermo White, un nombre que veremos más de una vez en esta página, espía inglés y amigo de Popham). Wayne informaba de lo fácil que sería tomar Buenos Aires, por lo mal defendida que estaba y auguraba que, “si se abre el libre comercio, todos los habitantes se apoderarían y conservarían de la mejor voluntad de la plaza para la nación Británica, sin necesidad de tropas, lo que sería una mina de riquezas”. Y él mismo ofrecía los servicios de su buque para tomar Buenos Aires.

Popham redobla sus esfuerzos. Adelanta al Almirantazgo su decisión de tomar Buenos Aires y, por otro lado, convence al General Baird que apoye su empresa, tentándolo con los tesoros reales acumulados en esas plazas. No tiene órdenes expresas del Almirantazgo, pero se basa en su Memorial para justificar la acción. Sospecha que una vez lograda la victoria, el gobierno no se opondrá a su audaz iniciativa.

Baird cede a la tentación y provee los hombres que necesita Popham, amén de indicar que “en caso de buen éxito, considero será oportuno que el general Beresford asuma el cargo de teniente gobernador” y lo nombra Mayor General del Ejército, puesto efectivo cuando asuma el rango de gobernador en América del Sur.

Sobre estas bases se levanta la primera invasión inglesa a Buenos Aires. De hecho, Beresford no recibe explícitas órdenes de Baird, sino que “vuestro proceder puede ser gobernado solamente por las circunstancias, y estoy completamente persuadido de que el honor y el crédito de las armas de Su Majestad y el bien general del servicio serán las reglas principales de vuestra conducta en todas las situaciones”.

Lo que Popham no sabía es que, cuando zarpó de Ciudad del Cabo rumbo a Buenos Aires, su protector en el gobierno inglés, William Pitt (a) el Viejo, había muerto de gota.

18.4.06

domingo, 18.04.1806 – ciudad del cabo

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Home Popham no podía quedarse con los brazos cruzados. Viendo pospuesta la invasión a Buenos Aires, buscó un punto intermedio que sirviera de plataforma a un ataque a la colonia española. En abril de 1805, puso a William Pitt, al tanto del estado de indefensión en que se encontraba la colonia holandesa del Cabo de Buena Esperanza y le propuso comandar una fuerza para tomarla. Adujo la importancia estratégica que significaría dominar el extremo sur africano, en la ruta que llevaba a India, amén de “la facilidad que esta colonia daría para la proyectada conquista de las colonias de la costa oriental de América del Sud”.

Pitt dio el permiso para la toma de Ciudad del Cabo, pero dejó en suspenso el ataque a Buenos Aires, tan ansiado por Popham. “… Pitt me informó que, dado el estado de entonces en Europa, y la coalición en parte formada, y formándose contra Francia, había una gran ansiedad por tratar, mediante negociación amistosa, de desligar a España de su conexión con esa potencia; y, hasta que fuese conocido el resultado de tal intento, era deseable suspender todas las operaciones hostiles en Sur América; pero, en caso de fracasar en este objetivo, era su intención volver al proyecto original” declararía Popham, tiempo después.

En agosto de 1805 parte la expedición hacía Ciudad del Cabo. Popham comanda la escuadra, mientras que las fuerzas de tierra están al mando del mayor general Sir David Baird que había servido en Tolón, Córcega, India y Egipto junto a William Beresford, a quien le ofrece integrar la misión.

El resultado es conocido: los ingleses toman Ciudad del Cabo el 18 de enero de 1806. Beresford se luce en el ataque y consigue la rendición del gobernador holandés. Su amigo, el General Baird se convierte en el nuevo gobernador civil y militar de Ciudad del Cabo.

Pero Popham no se contentaría con esta conquista.

17.4.06

sábado, 17.04.1806 – el Memorial Popham

Casi dos años antes, a mediados de septiembre de 1804, el embajador inglés en la corte española informó a Londres que España estaba haciendo planes para unir su flota a Francia, con vistas a una invasión a las islas. El Primer Ministro William Pitt ordenó al Almirante Thomas Cochrane (hermano del marino que combatiría en las guerras de la independencia contra los realistas, célebre por sus disputas con el General San Martín) que bloqueara el puerto de El Ferrol y que se apoderara de cuatros fragatas españolas que venían del Río de la Plata con 2 millones de libras esterlinas como botín. Esta medida unilateral de Gran Bretaña, llevaba al enfrentamiento que España había tratado de evitar.

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En ese tenso momento, el 12 de octubre de 1804, en una casona de campo fuera de Londres, se reunieron el Primer Ministro William Pitt, el Lord del Almirantazgo Henry Melville y su amigo el Comodoro Home Popham. El objetivo de la reunión: conseguir el consentimiento del Primer Ministro de un plan de agresión a las colonias españolas en América, propuesto por los dos últimos.

Al término de la reunión, Pitt le pidió a Melville un memorando sobre el tema, documento que redactaron dos días después. Ese es el documento conocido como el “Memorial Popham” que incluye la propuesta del venezolano Francisco Miranda, promotor de la independencia de las colonias americanas, con apoyo de una potencia europea. El plan reúne tres planes de conjuntos de invasión. Primero, una invasión a Venezuela, al mando de Miranda. “El siguiente punto a invadir desde Europa” reza el documento “debe ser ciertamente Buenos Aires; y para ese objeto será necesario disponer de una fuerza de 3.000 hombres, porque debe considerarse, en realidad, una operación militar, la que no obstante podrá ser facilitada, consiguiendo que acompañen a la expedición dos o tres de los sudamericanos para explicar a sus compatriotas el gran objetivo de esta empresa”. El tercer punto es la captura del puerto chileno de Valparaíso, con tropas de Nueva Gales del Sud, en tanto 4 mil cipayos de la India harían lo propio en Panamá; ambas expediciones convergirían en Lima, centro del poder colonial español.

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Pitt se mostró interesado en el plan, aunque no tomó una decisión. La declaración de guerra de España, en diciembre de 1804, parecía dar vida a la propuesta.

Pero, otra vez, el destino (actor clave en esta historia) mueve sus piezas. La indefinición de Pitt obedece a que, en ese momento, para evitar la invasión a las islas, Gran Bretaña negocia una coalición con Rusia y Austria (previo subsidio de más de un millón de libras). El acuerdo se firma en mayo de 1805 y Napoleón, amenazado en dos frentes, debe archivar sus planes de invasión. Al mismo tiempo, el gobierno inglés debe suspender sus planes contra las colonias españolas, porque Rusia, uno de sus aliados, todavía confiaba en atraer a España a la coalición contra Bonaparte.

Un último suceso pospone los planes de Popham: su amigo Lord Melville debió abandonar su puesto acusado de defraudar los fondos del Almirantazgo.

El Memorial Popham fue descubierto por el historiador Carlos Roberts en Londres, cuando los descendientes de Melville pusieron en venta sus papeles personales. Comprado por el Gobierno Argentino en 1927, hoy forma parte del Archivo General de la Nación.

Y es en este documento en el que se justificará Home Popham para atacar a Buenos Aires, en 1806.

16.4.06

viernes, 16.04.1806 – la situación internacional

La expedición británica al Río de la Plata no se explica sino se tiene en cuenta el tablero internacional a comienzos de 1806. Es una jugada más en un complejo esquema de alianzas y enfrentamientos, entre las naciones europeas.

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Inglaterra, cuna de la Revolución Industrial, se encontraba en una delicada situación en esos años. A la pérdida de las colonias norteamericanas, con la independencia de los Estados Unidos en 1776, se sucedió la Revolución Francesa y el posterior ascenso de Napoleón Bonaparte. Al hostil panorama externo, se sumaba un nuevo problema: el mercado interno inglés mostraba signos de saturación. Imperiosamente, Inglaterra necesitaba nuevos mercados, tanto para conseguir materias primas para su producción como donde colocar sus manufacturas.

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Como estaban dadas las cosas, el enfrentamiento con Francia era inevitable. España se encontraba en la delicada posición de contentar, simultáneamente, a Napoleón y a Inglaterra, tratando de mantenerse al margen del conflicto. La declinante casa real española, con Carlos IV y su ministro Godoy (el “Príncipe de la Paz”) ofreció un trato a Napoleón: 6 millones de francos mensuales a cambio de la neutralidad española. Bonaparte aceptó el acuerdo pero Gran Bretaña, con una serie de ataques a barcos mercantes españoles, forzará a España a ponerse del lado de Napoleón.

Es en esta situación, en que los planes de agresión a las colonias españolas en América del Sur cobran visos de realidad y posibilitan la expedición que partió de Ciudad del Cabo.

15.4.06

jueves, 15.04.1806 – testimonio de primera mano

“A principios de abril se resolvió partir, y como nuestros medios eran escasos, el barullo de los preparativos no fue perceptible. La compañía de cazadores del regimiento 71 era la única fuerza de línea que teníamos, la cual con los marinos y marineros, adiestrados en mosquetería, de toda la escuadra no excedía de 700 hombres. Con esta débil fuerza nuestra flotilla levó anclas el 12, destinada a aumentar nuestras conquistas en alguna parte del Río de la Plata. Pero la providencia intervino y dispuso otra cosa, pues una calma chicha obligó al armamento a anclar. (…) El 14 de abril la Diadem, la Raisonable, la Diomide, dos fragatas, una cañonera y cinco transportes se hicieron a la vela…”.

Testimonio de primera mano, estas son las palabras de un integrante de la expedición británica al Río de la Plata, las memorias del capitán Alexander Gillespie, publicadas en 1818 con el título “Buenos Aires y el Interior”. Su ameno relato será otra de las fuentes principales de este viaje hacia el Buenos Aires de 1806.

“A esa hora apareció el general y después de breve demora se embarcaron en la misma tarde todo el regimiento 71 con pocos dragones desmontados del 20° y seis pieza de artillería de campaña” escribe Gillespie “A este refuerzo se agregó un estado mayor regular, que cambió el título en expedición, en vez de empresa de rapiña” resume con precisión el carácter original de la expedición británica.

14.4.06

miércoles, 14.04.1806 – la salida

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Amanece en Bahía Table, Ciudad del Cabo, el miércoles 14 de abril de 1806. Desde enero, Ciudad del Cabo (doscientos años después, la capital legislativa de la República de Sudáfrica) estaba en manos británicas, arrebatada, en un audaz golpe de mano, a los holandeses. Desde ese punto zarpa una nueva expedición británica, una flota al mando del comodoro Sir Home Popham que tiene como objetivo, cruzar el Atlántico, y tomar Buenos Aires, la colonia española del Río de la Plata.

Cerca de mil hombres estaban embarcados, desde el día previo, en las naves Walker, Triton, Melanthon, Ocean y Wellington, a las órdenes de un prometedor militar que se había destacado en la toma de la colonia holandesa, el general William Carr Beresford. Escoltan a esos barcos, las naves Diadem (el buque insignia con 64 cañones), Diomede, Raisonable, la fragata Narcissus y el bergantín Encounter. Ya espera, del otro lado del Atlántico, explorando las costas del Plata, la fragata Leda.

No saben (no pueden saberlo) que están lanzando la primer ficha del dominó que, por esos caprichos del destino, terminará con dos históricas derrotas para el león británico y con la independencia de las colonias españolas en América del Sur.

Los pobladores de la ciudad plácidamente adormecida en la orilla del mundo, despertarían, una mañana, apuntados por los cañones de la misma potencia que en Europa luchaba, de igual a igual, ante los ejércitos de Napoleón Bonaparte.

Y, contra todo pronóstico, contra toda lógica, esos tranquilos habitantes le torcerían el brazo, no una, sino dos veces, al imperio inglés.

De esa epopeya de hace dos siglos, trata este weblog. De la crónica de las invasiones inglesas, día a día, como si estuviera ocurriendo hoy. De la trama de intereses, cálculos, audacias, grandes hazañas y míseras mezquindades. De los hombres, de un bando y otro, que se batieron con valor y honor, en el extremo sur del planeta. De la memoria y de los imponderables de la historia.

Para aquellos que nos sigan en este viaje virtual, una advertencia: no soy historiador, sólo un aficionado lector de los trabajos sobre esta época. El objetivo de este weblog es, sólo, el de conmemorar y difundir estos hechos. Para aquellos que quieran profundizar deberán consultar la profusa y variada bibliografía sobre el tema. En la columna de la derecha de esta página, encontrarán las que nos sirvieron de fuentes para este weblog, sin que pretenda tener carácter exhaustivo. Son tan sólo, puertas para otras fuentes sobre el tema. Con todo, recomendamos dos títulos, que fueron cruciales en nuestra investigación: “Las invasiones inglesas” de Carlos Roberts y “Beresford. Gobernador de Buenos Aires” de Bernardo Lozier Almazan. Son buenos senderos para empezar en esta historia.

Ahora, en este momento, las naves británicas navegan velas al viento, surcando el Atlántico, augurando la ciudad que los espera del otro lado.

Hagamos silencio. El primer acto de la historia, acaba de comenzar.