sábado, 15.05.1806 – la ciudad que espera en la otra orilla
Hasta al momento, hemos seguido la campaña militar a bordo de las naves invasoras. Todavía faltan muchos días de navegación para llegar a la orilla, donde espera la ciudad que será invadida. Es hora que volemos sobre el Atlántico y echemos una mirada a la Buenos Aires que ignora que está en la mira británica.
¿Cómo era la Buenos Aires que encontraron los ingleses? Una ciudad que apenas superaba los 40 mil habitantes, con una población que llevaba una vida tranquila, relativamente cómoda, satisfecha con su suerte. La vida en la capital del Virreinato del Río de la Plata no estaba llena de grandes lujos, pero tampoco de grandes miserias. “…nunca escaseaba la carne ni el pescado, ni el agua en el río o en los aljibes” escribe Paul Groussac “Baratísima la vida, modestos los gastos y poco menos que gratuitas las diversiones lícitas, se atesoraban los ahorros de muchos años para hacer frente a cualquier eventualidad”.
Este bienestar generalizado llamó la atención aún del invasor, como lo deja por escrito Whitelocke (el comandante de triste fama de la segunda invasión) que en carta a sus superiores, escribe: “Más de 170 hombres se pasaron al enemigo antes de mi llegada a Montevideo, y algunos desde entonces; cuanto más conozcan los soldados la abundancia que ofrece el país y los fáciles medios de adquirirla, mayor será el mal, ya que para la mentalidad el común la tentación es irresistible” .
Étnicamente, a diferencia de las otras ciudades latinoamericanas, la población indígena era minoritaria. Según un censo de 1778, levantado por el Cabildo, por orden del virrey Vértiz, 65% de la población eran blancos (españoles y sus descendientes, los criollos), 30% negros (traídos como esclavos) y mulatos y el resto eran indios y mestizos.
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