lunes 09.08.06 - la muerte de un hombre
Uno de los prisioneros tomado en Perdriel por los ingleses, fue Miguel Skenon, (“un alemán católico romano que se nos había desertado previamente” lo define Alexander Gillespie). En la lucha, sirviendo como artillero con los criollos, se mantuvo firme en su puesto, hasta que tuvo que rendirse con su cañón. Llevado a Buenos Aires, fue juzgado por un consejo de guerra y condenado a muerte. Fue fusilado el 9 de agosto, en Buenos Aires, ante el regimiento 71 formado, con la asistencia espiritual del obispo Benito de Lué y Riega. “Antes de la ejecución el obispo en persona le administró el sacramento y le ofendió mucho que la guardia no se sacase las gorras durante la ceremonia, y aún la seguridad que se le dio de que tal deferencia era contraria a nuestros reglamentos militares, no mitigó de ningún modo la omisión” escribe Gillespie. “Aquella víctima afrontó su destino con firmeza y su ansioso pedido último fue que sus padres lo ignorasen siempre”.
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