lunes, 19.07.1806 – deserciones
“Habiéndose probado sin la menor duda que muchos habitantes de esta ciudad y otros en la campaña están poniendo en uso todo medio para inducir a los soldados y sujetos ingleses a que desistan de su fidelidad y deserten sus banderas (…) cualquier habitante u otro que sea descubierto, empeñándose en seducir así algún soldado o sujeto inglés, será castigado inmediatamente con pena de muerte”
Con estas palabras, el bando del gobernador de Buenos Aires, general William Carr Beresford ponía en evidencia el trabajo de zapa de la insurgencia porteña para debilitar al invasor. Uno de los aliados en el intento de seducir a soldados ingleses para desertar, fue el clero, aprovechando la existencia de muchos católicos irlandeses en las filas británicas, muchos reclutados contra su voluntad; además, se buscaba atraer a los mercenarios italianos, alemanes y españoles que acompañaban a los invasores.
Poco después de este bando, León Sanginés, oficial de Blandengues, fue sorprendido tratando de hacer desertar a un británico; su pena de muerte se conmutó por prisión, la que efectuó en Inglaterra, liberado recién en 1809.
Carlos Roberts cita el caso del asesinato de un soldado británico que había desertado, por la misma persona que lo había inducido a desertar y que lo tenía escondido en su casa, atemorizada de ser ajusticiada si era descubierta su acción.
Con estas palabras, el bando del gobernador de Buenos Aires, general William Carr Beresford ponía en evidencia el trabajo de zapa de la insurgencia porteña para debilitar al invasor. Uno de los aliados en el intento de seducir a soldados ingleses para desertar, fue el clero, aprovechando la existencia de muchos católicos irlandeses en las filas británicas, muchos reclutados contra su voluntad; además, se buscaba atraer a los mercenarios italianos, alemanes y españoles que acompañaban a los invasores.
Poco después de este bando, León Sanginés, oficial de Blandengues, fue sorprendido tratando de hacer desertar a un británico; su pena de muerte se conmutó por prisión, la que efectuó en Inglaterra, liberado recién en 1809.
Carlos Roberts cita el caso del asesinato de un soldado británico que había desertado, por la misma persona que lo había inducido a desertar y que lo tenía escondido en su casa, atemorizada de ser ajusticiada si era descubierta su acción.
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