lunes, 11.10.1806 – sale Beresford
“Los jóvenes de ambos sexos demostraron gran simpatía cuando oyeron de nuestra ida, que fue ordenada la tarde del 11. (…) El único y último testimonio de respeto, que era posible demostrar a las ramas menores de nuestros hospitalarios protectores, fue invitar a comer a tantos de ellos como la casa pudiese contener, para beber el vaso de despedida y darnos un mutuo adiós. Nos reunimos de costumbre en Los Tres Reyes para la ocasión y después de haber proporcionado mucho deleite a nuestros amigos criollos, como también haber dado y recibido las bendiciones de esos humildes, pero dignos publicanos, toda la cabalgata entró en la Plaza Mayor, la tarde del 11, donde un número inmenso de caballos del rey estaban ensillados y enfrenados y listos para el viaje. (…) Todos nuestros compañeros sudamericanos se afectaron grandemente, nos ofrecieron sus servicios en cualquier época futura, y después de montar nuestro ganado ruin, nos dimos las manos, salimos a galope y pronto nos perdimos de vista. Pude discernir que esta parte de la escena fue poco agradable para los españoles. El general Beresford, con su estado mayor, iba adelante en un coche a esa misma hora y habiendo salido las carretas por la mañana temprano, habían ido más allá del lugar de descanso que se nos había señalado hasta el día siguiente.
Del libro de memorias del capitán ALEXANDER GILLESPIE.
El general Beresford, en agradecimiento a su anfitrión Félix de Casamayor, le obsequio su catalejo de campaña, el mismo con el que vio Buenos Aires, por primera vez, sobre la borda del barco que arribó al Plata, hoy en el Museo Histórico Nacional.
Del libro de memorias del capitán ALEXANDER GILLESPIE.
El general Beresford, en agradecimiento a su anfitrión Félix de Casamayor, le obsequio su catalejo de campaña, el mismo con el que vio Buenos Aires, por primera vez, sobre la borda del barco que arribó al Plata, hoy en el Museo Histórico Nacional.
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