26.6.06

sábado, 26.06.1806 - la "acción" de quilmes

"La luz del día nos mostró el pueblito de la Reducción como a dos millas a nuestra izquierda, una masa a pie y a caballo, con cuatro cañones en cada flanco delante de nosotros, y una densa columna de caballería rondando sobre nuestra derecha. Se formaron en el límite extremo de un profundo pero verdeante bañado y sobre un llano escogido, que se levantaba abruptamente muchas yardas sobre nuestro nivel, semejante a la escarpada margen de un río. Nada podía ser más lindo como posición defensiva" recuerda el capitán Alexander Gillespie .

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La situación no es la más halagüeña para el ejército invasor. Las tropas están metidas en un extenso bañado, con el Río de la Plata cerrándole la retaguardia y las tropas de defensoras al mando de Arce, frente a una elevación del terreno.

"Eran las once de la mañana del 26, y aún no había podido moverme de mi primera posición, pudiendo el enemigo desde la suya haber contado uno por uno los hombres que yo tenía" escribe Beresford. "No nos quedaba otra alternativa que forzar nuestro camino a través de todos los obstáculos" resume Gillespie. "Avanzar directamente de frente, y extender mi línea tanto como podía" confirma Beresford.

"Nuestras tropas se formaron en dos columnas y, después de avanzar 800 yardas, desplegaron en batalla. El regimiento 71 cubría la derecha; el batallón de marina formaba, un poco más atrás del 71, la izquierda; y el cuerpo de Santa Elena, 200 pasos atrás, la reserva" resume Gillespie, la disposición de los invasores.

Los ingleses trepan la barranca, en un ataque a la bayoneta, aunque las dificultades del terreno rezagan a los cañones, que quedan empantanados. Arce responde con una primera ráfaga de artillería. "Un avance instantáneo nos llevó al bañado, y el enemigo, viendo enredado uno de nuestros cañones y nuestros hombres irreparablemente presos en él, abrió sus fuegos en dirección oblicua a la derecha" indica Gillespie. "El enemigo abrió fuego sobre nosotros, apuntando bien al principio" señala Beresford "no obstante el fuego no nos causó mayores perjuicios".

Esta ráfaga es la que produce algunas de las primeras bajas inglesas, como la del doctor Haliday, cirujano ayudante del batallón de Santa Helena ("bárbaramente asesinado" Gillespie dixit), en la costa del arroyo Conchitas, cerca de lo que sería la estancia "25 ombúes", la casa natal de Guillermo Hudson, hoy un museo.

Esos cañonazos son los que Sobremonte escucha desde la Fortaleza, atisbando a Quilmes con su catalejo, oportunidad en la que expresa: "No hay cuidado, ¡los ingleses saldrán bien escarmentados! Estoy complacido y mi corazón reboza de contento al ver la decisión y el entusiasmo con que todo el vecindario ha corrido a tomar las armas en defensa del Rey de la Patria".

El regimiento 71 superó los obstáculos y llegó al tope de la barranca, "cuando el enemigo no quiso esperar que nos acercáramos más, retirándose de la cima de la barranca" cita Beresford. "Los granaderos del 71 hicieron una descarga cerrada que puso al ejército enemigo en fuga completa" agrega Gillespie. Las fuerzas de Arce escaparon en una desbandada descontrolada. "¡Yo mandé tocar retirada, no desordenada fuga!... ¡Qué dirán las mujeres de Buenos Aires!" exclama Arce. "El enemigo huyó precipitadamente, dejándonos cuatro piezas de campaña y un carro de artillería, no volviéndolos a ver en el resto del día" cita Beresford.

Sobremonte había enviado a los capitanes Terrada y Balletera, con dos escuadrones de caballería, una compañía de montados y tres cañones, para hostigar a las fuerzas inglesas. Pero llegaron tarde: las fuerzas de Arce ya estaban en desbandada.

Por casualidad, el desbande las tropas de Arce fueron seguidas de cerca por un actor principal de los próximos días, Santiago de Liniers de regreso a Buenos Aires, en respuesta a un llamado de Sobremonte. En precaución, se quedó en la quinta de un amigo y mandó peones a la ciudad, para tener noticias de primera mano de la invasión.